viernes, 17 de febrero de 2012

Olvido de sí



Hay en mí una vergüenza 
más honda y pura 
que la vergüenza: 
el olvido de mí mismo. 

Cuando sale a flote, 
miro los grises días pasados 
de mi vida,  
en que me he perdido 
contemplando dulces sueños.  

Entonces comprendo 
el afán humano del poeta, 
del pensador, del hombre auténtico, 
de construirse a sí mismos 
para no olvidarse.

Esta vergüenza, honda y pura, 
no intimida; 
antes bien, alienta y guía. 
Es la contraparte de esa tristeza 
por no seguir las vías comunes y de moda.

Contra todo lo esperado, 
la vuelta a sí mismo 
de esta vergüenza,  
si es debidamente atendida, 
es un renacer de la existencia.


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